jueves, 6 de septiembre de 2007

MI ENTRADA EN EL BLOG

El día elegido para entrar en el Blog no puede ser más oportuno,ya que hoy es el aniversario del día en quegané la mejor de mis oposiciones o el mejor de mis tiunfos profesionales, como queráisl. Hacía un calor casi asfixiante, que apenas notamos mamá y yo cuando, a las nueve de la mañana aproximadamente, fuimos a confesar y comulgar en la Iglesia de Pompeya. Para quienes hoy no comprendan por qué fuimos a comulgar en lugar de hacerlo en la Misa de la boda, alararé que entonces regía una ley del ayuno eucarístico muy rígida: a partir de la medianoche no se podía comer ni beber, llegando la prohición incluso al agua clara. Y "dura lex, sed lex"; y por ello no podía pedirse a nadie, y menos que nadie a mamá, que estuviera en ayunas hasta la hora del almuerzo. Y fuimos a la Iglesia de Pompeya porque, en aquella épcoca, los capuchinos tenían a funcionamiento todos los confesionarios.
Fuimos luego cogidos de la mano hasta su casa, y allí la dejé para reencontrarnos unos horas después en la capilla de la Unversddad de Barcelona. Para quines lo ignoran, debe recordarse que los invitados a la boda no acudían directamente a la Iglesia, sino a casa del novio o de la novia, y luego eran trasladados en coches alquilados por los padres de los contrayetes. La misa fue celebrada por un sacerdote que habían mandado de la Parroquia, y que resultó ser el que era Capellán de mi Regimiento. Y la ceremonia fue presidida por Monseñor Tusquets, vestido con traje episcopal que correspondía a los Prelados Doméstios. Siento no haber podido conservar
el sermón de Mosén Juan, en el que nos emocionamos él y yo.
Mamá se quejaba de que yo era el único que había observado la prohibición episcopal de no hacer fotorafías; y no dudo de que, como siempre, tuviera razón. Pero es que, para mí, el Obispo Modrego, a la sazón Arzobispo-Obispo de Barcelona, no era un Obispo cualquiera (pero esto es otra historia). Debo decir que, no obstante, se filmó una película; el aficionado era mi primo Salvador (el Bombilla para los amigos) y la verdad es que la filmación era peor que las que yo he intentado en mí vida.
Luego de ls fotografías, el banquete, en el que mamá y yo apenas probamos bocado. Y he de confesaros una cosa: a mí me dió por ausentarme pronto de la fiesta, creyendo que era lo correcto, cosa que vuestra madre me reprochó, como siempre con razón.
Llegados a casa, y luego de cambiarnos de ropa, nos fuimos de pases y ...acabamos en un cine. Y del resto de la historia no le importa a nadie más que a mí.

Jorge (esposo, padre y avi)-

3 comentarios:

Joan dijo...

Estupendo, papá.

Joan dijo...

Me he permitido usar de mis prerogativas de administrador del blog y censurar el escrito (es decir, hacer algún retoque aquí o allí). También le he quitado la etiqueta de "crónica", porque me parece que la de "evento" es más apropiada. Y aunque sea una perfecta crónica del evento, podemos dejar las crónicas para las cuestiones de mero trámite.

Es magnífica la narración y "alucina" ver las absurdidades del tiempo, como por ejemplo que no se dispensara a los novios del ayuno eucarístico. Una ley que debería estar al servicio de la Eucaristía, en realidad, se convertía en un obstáculo. No poder comulgar en la boda es sencillamente absurdo.

Lo que dices acerca de que "lo que pasó después" sólo te importa a ti no es del todo cierto. Me parece que la experiencia tuya (por íntima que sea) siempre podría ayudar a más de un esposo que, como tú, llega al altar para unirse a su mujer. No digo que sea para contar en el blog, pero probablemente sí para una conversación personal.

Agata* dijo...

Me encantan tus historias, Avi (y no es por hacerte la pelota!)
Gracias por hacernos partícipes de ese gran día, gracias al cual estamos todos aquí...
Y gracias por tu visita de esta mañana!
Besos