Cuando estuve en casa del avi hace quince días vi en la estantería del salón este cuadro pequeño. Tengo grandes vacíos de memoria y no recuerdo nada de la autora, una amiga de mamá. Tampoco sé cuándo fue pintado. La historia del cuadro se la dejo a otro. Prefiero traer a la memoria la historia que refleja ese cuadro.
Esencialmente lo que se quiere "inmortalizar" es el momento en que los Carreras del Rincón nos fuimos de Pamplona definitivamente, para ir a vivir a Barcelona, que es la actual residencia de la mayoría de ellos.
Tampoco sé si el viaje de regreso a tierras catalanas fue así, es decir, si lo hicimos en tren tal como se quiere indicar en el cuadro. Me imagino que lo haríamos en el supercoche que por aquellos tiempos tenía el avi, un Dodge Dart.
Tampoco me acuerdo de la fecha, aunque supongo que sería a finales de junio de 1973.
Lo poco que recuerdo es una de las últimas mañanas que pasamos en Pamplona. Yo estaba acostado y me despertaron los gritos de papá. Acababa de recibir las calificaciones de fin de curso y no habían sido nada positivas para Jorge y para mí.
A mí que quedaron cuatro o cinco asignaturas pendientes para septiembre, por culpa de las cuales me quedé sin poder hacer un viaje maravilloso al Congo belga, con el tiets y mi prima Pili. Eso fue una pena.
El caso es que el enfado de papá lo sufrió totalmente solito el primogénito de la familia. Sólo me levanté de la cama cuando pude estar seguro de que el silencio permitía presumir una calma. Sin embargo, entre los gritos y las exclamaciones me enteré de que iba a pasar el verano en un colegio como interno. Así que en vez de ir al Congo conocería Manresa.
Nuestra llegada a Manresa fue sonada. Dejamos los bártulos en las habitaciones del colegio Badía Solé y bajamos a tomar un refresco al hotel que estaba en las proximidades. En el bar del hotel nos estaba esperando un periodista, que quería hacernos una entrevista. Los hijos del Rector Magnífico de la Universidad de Barcelona iban a pasar unos meses en Manresa profundizando en sus estudios. Qué noticia.
Probablemente ese mismo día conocimos a Emilia. Tengo que decir que fui el primero en conocerla. No sé por qué, pero ésa es una idea que me ha quedado clara desde entonces. Así que otra vez se demostró que Dios escribe la historia nuestra aprovechando de nuestros errores o de los demás. Años más tarde me enteré que Jorge tenía que haber aprobado el COU en ese año. Que si lo suspendió fue por una serie de coincidencias desastrosas que le llevaron al exilio manresino. Sin embargo, esa especie de castigo que sufrió entonces se convirtió en una de las mejores bendiciones que le haya dado el Señor en su vida. Quizá hubiera conocido a Emilia de otra manera, en otro lugar y momento, pero ésta fue la historia verdadera.
Ese verano en Manresa fue para nosotros inolvidable. No sé si estudié mucho. Pero nos pasaron todo tipo de aventuras. El verano de los catorce años casi recién cumplidos tiene algo de mágico.
Espero que os haya gustado la historia. Ya sé que no es políticamente correcta: hay que aprobar las asignaturas... pero si se suspende tampoco se acaba el mundo.