sábado, 29 de mayo de 2010

Va de una conversión (lejana)

A algunos os puede extrañar que de pronto me ponga a relatar la conversión de una persona que a unos os puede decir algo, pero a otros -los más pequeños- no tanto. Se trata de la conversión de Sir Alec Guinness. Un día, hace años, vi que papa (el avi) tenía en su estantería unas memorias oficiales de este actor. Me lo tomé prestado y, lo que son las cosas, aún lo tengo. Estos días en los que hemos celebrado el 21 aniversario de la ordenación sacerdotal de Joan, he pensado lo importante que es la figura sacerdotal para todos. Os paso a copiar tal cual lo cuenta él, y la única circunstancia en la que os puedo situar es en la de que en ese tiempo estaba rodando la película de Father Brown. Tenía que rodar la película vestido con una sotana, ya que él era el que protagonizaba al famoso Padre Brown. Ahora dejo que os lo cuente él:

"Se había preparado el rodaje nocturno en algún lugar de una aldea situada en un monte a unos kilómetros de Macon. Los andamios, el montaje de los focos y el bullicio en general provocaron cierta animación entre los aldeanos y los niños de los alrededores. Tenía a mi disposición una habitación en un pequeño hotel de estación a tres kilómetros de distancia. Al oscurecer estaba aburrido y, vestido con mi traje negro de cura, subí el arenoso y serpenteante camino hacia la aldea. En la plaza los niños chillaban simulando batallas (...) Me senté con ellos (unos amigos del rodaje), luego al descubrir que no me iban a necesitar (...) volví a la estación. Era ya de noche. No estaba muy lejos, cuando oí unos pasos ligeros y una voz chillona diciendo: "Mon père!" (la peli la estaban rodando en Francia). Un chico de unos siete u ocho años me cogió la mano, apretándola con fuerza, la balanceó y se puso a hablar sin parar. Estaba lleno de animación, saltaba y brincaba, y no me soltó. No me atrevía a hablarle por si le asustaba mi espantoso francés. Aunque era un completo extraño, pensaba que era un sacerdote y por tanto alguien de fiar. De repente, con un "Bonsoir, mon père" y una especie de reverencia lateral, desapareció por un agujero de un seto. Había dado un alegre y seguro paseo hasta su casa y a mi me dejó con una extraña y tranquila sensación de júbilo. Mientras seguía mi paseo, reflexioné acerca de que una Iglesia que era capaz de inspirar una confianza tal en un niño, haciendo que sus curas, aunque sean desconocidos, sean tan abordables, no podía ser tan intrigante y tenebrosa como se suele pensar. Empecé a desprenderme de mis prejuicios, adquiridos hacía mucho tiempo."

Este párrafo no es el de la conversión, sino el de algunos de los sucesos con los que Dios contó para removerle. A mí me gustó mucho al leerlo. Desúés le pasan muchas más cosas y sí se convierte al catolicismo, pero eso es ya otra historia.

Hace unos día papa me contó (aunque ya la conocía) la conversión de su abuelo a los 82 años de edad, se dice pronto. Ya se que algunos la conoceréis, pero no estará de más que, para los más pequeños, un día la cuente con detalle aqui. ¿No os parece?. Verdaderamente oírsela conta a papa da gusto, lo que haré será completar algunas lagunas que tengo de la historia y la pasaré. Ya me diréis qué os parece.

Ah, la foto de Alec Guinness...

4 comentarios:

Joan dijo...

Muchas gracias, Mercè, es una narración estupenda!

Es verdad eso que cuenta el narrador: los niños ven en el sacerdote a Jesús y a mí eso me impresiona siempre mucho. Por eso me aterra la sola idea de defraudarle y no digo ya el hacerles daño! El "dejad que los niños se acerquen a mí" es una maravillosa realidad que sigue haciéndose presente en la vida de los sacerdotes.

# LauRa * dijo...

Mercè, qué interesante! oye me he quedado con la intriga de la historia del avi, nunca se la he oído contar... en cuanto la tengas perfilada, nos la tendrás que contar eh?

Unknown dijo...

Increible, me ha gustado mucho y tengo ganas de escuchar la otra historia.

Amaya C dijo...

Lo mismo digo!