Hace setenta y ocho años, un joven sacerdote español vio que también habría mujeres en la Obra que Dios le había inspirado año y medio antes.
Hace veintiocho años hombres y mujeres celebraban en los cinco continentes el 50 Aniversario de esa fundación. Y puesto que era una fiesta importante muchos salieron a los caminos para hacer eco, para que esa llamada de Dios resonara en otro muchos corazones.
Ese 14 de febrero de 1980 estuve tomando un aperitivo con un amigo mío, Javier, que me propuso ser supernumerario de esa Obra de Dios. Para aquel entonces yo ya estaba muy decidido a cumplir la voluntad de Dios. Tenía novia desde hacía tres años. Había comenzado a estudiar un poco más y a tomarme la vida en serio. Llevaba dos meses yendo a misa todos los días. Esa invitación hubiera podido llenarme de alegría. Pero curiosamente me dejó triste.
Esa misma tarde (creo que era esa misma tarde) Mercè me comentó que también a ella le habían hablado para ser numeraria del Opus Dei. ¡Y había decidido pedir la admisión, escribiendo una carta al Padre (en aquel tiempo, don Álvaro del Portillo)! Esa noticia también habría debido de producirme alegría. Y sin embargo me quedé triste.
Por la noche estuve hablando un buen rato por teléfono con Maitina (mi novia). No me acuerdo de qué, pero al colgar el teléfono tenía en el ánimo no sólo tristeza sino también rabia. Me encontré con Luis, con el que tenía una relación un tanto encontradiza en aquellos tiempos, y saltó la chispa. Nos enzarzamos en una pelea, sin llegar a los puños. Nos empujábamos. En uno de esos empujones recuerdo que atravesé la puerta de cristal de la cocina de nuestra casa de la calle Ganduxer. Se me clavó un cristal en el codo, dejándome una bonita cicatriz como recordatorio de aquel día.
Ya en la cama, tomé en mis manos una imagen de la virgen María y me encaré con ella. Se ve que me enfadó que Dios quisiera contar con nosotros. Desde aquel momento comprendí que sus planes para mí eran distintos a los que yo tenía y también a los que aquel amigo me proponía. Distintos, aunque sólo en algunos aspectos.
Muchas felicidades, Mercè, en este aniversario y a todas las mujeres de la Obra.
8 comentarios:
Qué bonito, Joan! Nunca te lo había oido contar... está claro que Dios sabe lo que hace...
Me uno a la felicitación a Mercè, a todas... y a ti, por la parte que te toca...
Muchísimas gracias, hermano, no lloro (porque por herencia de la iaia bis, tengo el ojo seco), pero me ha emocionado el recuerdo de aquellos días. Gracias a Dios, aqui estamos ... y ¡vale la pena!.
yo también me uno a las felicitaciones
yo tambien. Pero me a quedado una duda: novia??? tu??? no lo havia oido nunca
buah! yo también me he emocionado... estoy con Mercè: vale la pena! felicidades a todos, porque a todos nos toca por una parte u otra! dónde estaríamos sino?
yo tambien estoy con el anonimo.
Estoy flipando! Por qué nunca nos lo habías contado? Qué bonito.... :) Bueno felicidades también de mi parte a todos en este día tan especial!!
Me alegro de que os haya gustado esta historia: es verdad que no la he contado, pero el otro día estaba inspirado y también yo emocionado con el recuerdo. Sobre todo mi reacción ante la decisión de mi hermanita! Caramba con la niña! Pero está loca!
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