domingo, 1 de marzo de 2009
San Felicísimo
A lo mejor os sorprende el título de esta entrada. La cosa es que el otro día tuve un shock. Como es una historia entrañable, que tiene que ver con la iaia, os lo voy a contar.
No sé si sabéis que, cuando yo tenía 1 ó 2 años, me atacó un "virus" o algo por el estilo que me afectó de la siguiente manera, y es que decía que no con la cabeza, todo el rato; era como si tuviera el baile de San Vito. Mi mami estaba preocupada porque no se me pasaba y no sabía qué hacer con esa expresión negativa de mi cabeza. Así las cosas un día en Pamplona, dónde vivíamos, llamaron a la puerta. Era un fraile, no sé de qué Orden, que venía a pedir limosna. Mami salió conmigo en brazos y, el buen frailecico, al ver mi movimiento de la cabeza se rió diciendo "qué mona la niña, dice que no". El resultado de esto fue que mamá se puso a llorar diciendo que la niña estaba enferma. El hombre se quedó serio y le tendió una estampa. El santo de la estampa aparecía como un obispo echado en un lecho fúnebre, pero no tenía nada de fúnebre. Se llamaba San Felicísimo. Mamá la cojió intrigada, mientras que el fraile le contaba que ese santo era el patrón de la infancia. Que si le rezaba seguro que me curaría. Le dijo además que ese santo estaba enterrado en Deusto.
Mamá se aplicó enseguida a rezarle al santo. Le prometió que, si me curaba, iría conmigo a Bilbao para rezar ante sus restos. Y la cosa es que, a los pocos días, se me pasó totalmente el dichoso baile de cabeza.
Crecí oyendo muy a menudo esa historia, con el añadido de "Mercè, tenemos que ir a Bilbao, a agradecer a San Felicísimo su favor". Cuando todavía era pequeña no me preocupaba: si tenemos que ir ya me llevarán. Pero fui creciendo y la promesa estaba todavía sin cumplir. Hasta que llegué a los 16 años. A esa edad me llegó la vocación. Todavía no habíamos ido a Bilbao. Mamá me dijo, "ahora te irás, y nosotras sin cumplir la promesa". Esto me pesaba, hasta el punto que lo pregunté a un sabio que me aclaró: las promesas hay que cumplirlas, pero se pueden conmutar por otra acción piadosa. Me dijo que, entre todas las cosas que me había comprometido a hacer por Dios desde mi vocación a la Obra, supliría con creces la promesa de ir a Bilbao. También es verdad que, quién hizo la promesa era mi madre, ... pero eso no me importaba porque el sujeto beneficiario había sido yo. La cosa es que se lo expliqué, pero no os creáis que se quedó tranquila.
Una vez viviendo en Zaragoza parecería más sencillo llegarnos hasta Bilbao. Ella no cejaba. Pero tampoco en esos años fuimos a agradecer al santo.
Por otra parte ella le seguía encomendando la salud de todos los nietos que iban incrementándose con los años.
Llegó el año 2.000 y se nos fue al Cielo,... y no habíamos ido a Bilbao.
Y estamos en el inicio del año 2.009, y todavía no he ido a Bilbao. Pero San Felicísimo es un santo supersimpático. Y ahora viene la gracia.
Hace una semana, una de mi casa contó una cosa que me dejó de piedra. Antes, cuando se consagraba un altar, se incluían en él reliquias de santos. Esta nos explicó que el altar de uno de los oratorios del edificio en el que vivo, lo consagró San Josemaría. Recordaba que ella estuvo presente. Oyó que nuestro Padre dijo que la reliquia que colocarían en ese altar era de ¡San Felicísimo!, y que le gustó este santo porqué no sólo era feliz, sino felicísimo, y que así teníamos que ser en la Obra. Así que, después de esta larga historia, comprenderéis mi asombro.
Sin embargo, aunque él esté en mi casa, yo "iré a Bilbao" cuando Dios quiera.
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10 comentarios:
Uala que fort no?! es impresionante, no me esperaba este final... jeje
Pues nada, ya le puedes rezar a san Felicísimo que nos contagie un poco a todos jaja
Hay que ver, Mercé, que nos tenías totalmente al margen de esta historia... tenemos que quedar para ir a Deusto...!!!
Has conseguido que me emocione, y conste que no es fácil.
Qué fort! no tenía ni idea de esta historia! Pero lo más impresionante es que lo tengas en tu casa!
Es fuerte, es fuerte, pero... se puede saber qué haces que a estas alturas aún no has ido a Bilbao? Lo que bueno habrá sido cómo la iaia saludaba a San Felicísimo allí arriba!! jeje. Y por lo que dices, a nosotros también nos ha encomendado a él!
yo si que conocía la historia . hay también una reliquia suya en el monasterio de Yuso y yo le recé por ti y por mamá, hará dos o tres veranos. No sé si te lo llegué a contar porque a mi los días pasan y pasaron. A duras penas me centro en hoy.
Cuando leia estaba viendo la cara de mamá y el tono de su voz...
Bonita historia, he llegado aquí buscando información sobre el santo, me parece que se celebra en mayo es un día precioso para visitar al santo
me llamo jesus y mi historia es la que sigue siendo pequeño de unos 8 años enferme de una enfermedad desconocida para la medicina,estuve 10 mwses en cama sin levantarme para nada,incluso se me olvido andar cuando por primera vez puse los pies en el suelo,mi madre sin yo saber nada me ofrecio a san felrcisimo haciendole la promesa de ir a bilbao donde esta su feretro en el altar de la iglesia,mi curacion llego tan misteriosamente como vino mi enfermedad y fuimos a cumplir la promesa mis padres y yo esto hace 50 años gracias san felecisimo.
Hola.
Pues es una historia muy bonita la que cuentas.
Yo conozco bastante a ese simpático santito porque he estado en el Noviciado de esos Padres Pasionistas.
Te contaré que hubo tambien entre estos Padres Pasionsitas de Deusto un Santo. Un Santo de pies a cabeza, llamado el Padre Pachi, el cual ha sido tambien mi maestro de Novicios. Creo que ya está canonizado, o poco le falta.
Tambien este Padre Pachi hace muchos milagros.
No te pierdas de ir a Bilbao si puedes. Será muy gratificante para ti. Un saludo.
truenofulgurante@hotmail.com
Me ha gustado leer esta bonita historia. Me crié en Deusto, yendo cada domingo a San Felicísimo y oyendo contar historias de Aita Patxi (como se le conoce en Deusto).
Ahora, aunque no vivo ya en Deusto, siempre que puedo me acerco con mis hijas y cada noche le rezo. Le tengo mucha devoción. Os animo a conocerlo y a saber más sobre Aita Patxi.
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